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martes, 5 de junio de 2007

HOY, NO TENGO GANAS DE HACER MISA

(Vira Gasot)


Pocas veces regreso a leer los títulos precedentes de este “post”, pero como se me olvidó el prenombre de un sacerdote que yo aprecio mucho, leí los “Temibles Gendarmes de la Fe” del 6 de abril de este año y les recomiendo también la relectura, porque en ese artículo hay una referencia más o menos larga, sobre lo sacerdotes de la Parroquia de San Carlos de Borromeo, situada en el barrio madrileño de Entrevías, Distrito de Puente de Vallesca, en España.

Esta Parroquia, que reivindica el color “rojo” como símbolo de su desobediencia contra los desafueros vaticanos y por su lucha contra la miseria y el baldón moral y material de sus feligreses, acumula una larga serie de vejaciones de parte de la Curia Romana y de parte del Arzobispado de Madrid. El diario “El pais”, consagra este lunes 4 de junio una nota de Susana Hidalgo, en la que nos da cuenta que, finalmente, después de la clausura y expulsión dictatorial que decretó la suspensión de los actos litúrgicos, se realizó ayer, la primera Misa ilegal de esa Parroquia.

Más de medio millar de personas asistieron a esta ceremonia religiosa que, entre los asistentes de relevada significación política, resaltó la presencia del ex ministro de Defensa José Bono, cuyas reflexiones confirieron un acto de solidaridad concreta a Javier Baeza, Pepe Días y el célebre cura “rojo”, Enrique de Castro.

Bono dijo: “A los únicos que Cristo expulsó de la Iglesia fue a los que la convirtieron en una casa de comercio y de negocio…Aquí estaría muy a gusto con los suyos…” Esta declaración critica la expulsión que ha sido promulgada por la Diócesis, impidiendo la celebración de toda liturgia y poniendo fin a 26 años de trabajo religioso social de proximidad, en una Parroquia en donde además, coinciden otros servicios sociales importantes, como los Traperos de Emaus, o la Asociación de Madres contra la Droga.

Pero, ¿porque este barullo que comienza a agitar y contraponer seriamente a todas las comunidades religiosas de España?

Una sola explicación. Los curas rojos, como el pueblo los denomina afectuosamente, viven con la gente humilde la naturalidad cotidiana de la existencia, Hablan su lenguaje, participan de su música y de su comida; comparten con ellos y con mucha naturalidad, los actos más simples de la vida, sin afectaciones ni mascaradas purpuradas. Sin el soliloquio dominguero de prelados decadentes, que invaden las augustas catedrales para predicar hueco…

Estos curas “rojos” han sido excluidos además, por vestirse en la Iglesia y en el exterior a la semejanza de ellos, por alabar a cristo con el pan simple en la comunión, con la música nativa en la oración, por ser discípulos de Boff, por practicar la teología de la liberación…

Las exclusiones, la misa y los sacerdotes me hacen evocar ahora, a otro cura, ideológicamente situado en las antípodas de Jon Sobrino. Jesuita como él, pero adverso jurado de toda liberación revolucionaria, sobre todo marxista, pero denso en honestidad, poseedor de una cultura humanista remarcable: Hubert Lancier, el más peruano de todos los belgas que conocí en el Perú.

El “padre” Lancier como lo llamábamos en la Universidad, me hizo descubrir, paradójicamente, a otro célebre religioso víctima de las catacumbas vaticanas, Pierre Telhard de Chardin con su “Fenómeno Humano”, del cual hablaremos de repente, más adelante, ahora que Internet explosiona…

El “padre” Lancier, solía tardarse en sus divagaciones filosóficas y esta anécdota reveladora que no lo empaña, sino que al contrario engrandece su imagen de hombre sincero, me confiaba cuan penoso era conciliar la obligación rutinaria, con la espontaneidad de la naturaleza humana; “Hoy no tengo ganas de hacer misa”, me decía, dejándome estupefacto. “Me pondré la sotana, cuando sienta la necesidad…” Estoy seguro que tampoco a él le habría desagradado concelebrar una misa ilegal…





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